El Día de todos Los Santos es una fiesta dónde recordamos a todos los Santos y también recordamos que estamos llamados nosotros mismos a ser santos, querer seguir a Jesús, actuar como él, hacer el bien, amarnos a nosotros mismos y a los demás.
Sí pero… ¿Quiénes son los Santos?
Vivimos en una época de celebraciones hacia afuera. Manifestamos nuestros sentimientos a los cuatro vientos, de forma claramente visible para todos los demás. Con carrozas, músicas de todo tipo, disfraces… y un único objetivo; que el mundo conozca cual es la causa de nuestra celebración.
Pero los cristianos, cuando se acercan estas fechas, aprovechamos la ocasión para hacer todo lo contrario, celebrar hacia adentro. Llenando nuestro corazón de gozo, cuando no de esperanza. Recordando a muchas personas que nos dieron motivo de conmemoración. Y a ese momento tan especial, lo llamamos el día de todos los Santos.
Cada uno de nosotros, tenemos marcados en el calendario, algunos días señalados, motivados por el santoral. De ese modo, nos acordamos de San Pancracio, y le ponemos perejil para ver si la suerte se acuerda tanto de nosotros como lo hacemos con ella. O si se avecinan momentos de tempestad, recurrimos a San Judas Tadeo, o a Santa Rita de Casia, que son los encargados de gestionar los asuntos imposibles.
Todos conocemos la vida y milagros de San Pedro, o del resto de discípulos de Jesús. La fe inquebrantable de Santa Teresa. O la obra que nos legó San Juan de la Cruz. Sabemos mucho de ellos, pero nos quedan muy lejos. Sin embargo, hay otros muchos Santos. Algunos de los cuales, no llegaron a ser elevados nunca a los altares. No tienen un día asignado en el calendario, pero que aun sin saberlo, alcanzaron la santidad.
Y entre ellos, bien podrían encontrarse nuestros abuelos. Que vivieron sus días en precario, con el único objetivo de dejarles a sus hijos una calidad de vida, que, en muchos casos, nunca llegaron a valorar en absoluto. O algún hermano, que tuvo que marcharse demasiado pronto, porque era tal la dimensión de su misión en la tierra, que resultaba imposible realizarla desde aquí.
Quien no tiene algún amigo, o un familiar. Alguien cercano que se marchó, pero antes de irse, nos reconfortó cuando mas lo necesitábamos. O que, tal vez, nos ofreció consuelo el día que sentimos la necesidad de llorar. Que nos pasó el brazo sobre los hombros como muestra de consideración. O tal vez, simplemente nos sirvió como apoyo cuando más crecían las dificultades para andar.
No alcanzaron los altares. Ni falta que les hizo. Pero por sus obras también se hicieron merecedoras de tener la distinción de santidad. Porque de alguna manera contribuyeron al bienestar de los demás. Quizá no curaron enfermos, ni acometieron milagros que hoy en día tendrían la etiqueta de trending topic. Pero a veces, un simple gesto, una caricia, consiguen obrar el milagro de la sonrisa, que no es un asunto poco importante.
Pues a todos esos Santos, les dedicamos este, y todos los 1 de noviembre. Porque se lo merecen tanto, que aunque su nombre no figure en un calendario, aparecen marcados en rojo intenso dentro de nuestro corazón.
Pero su celebración, que no se manifiesta con jolgorio, no es menor, en absoluto. Hay modas que vienen y van. Conmemoraciones que, como el río Guadiana, aparecen y desaparecen. Pero a ellos, nunca jamás dejaremos de celebrarlos, aunque suprimiesen su festividad del calendario. Porque son los Santos cercanos. Los del día a día. Aquellos a los que podemos poner cara porque estuvieron con nosotros, recorriendo nuestro mismo camino. Los que nos cogen más a mano, y nunca dejan de escucharnos, ni guiarnos, desde donde quiera que estén.
Por eso, también tienen su fecha en el calendario. Y es, precisamente hoy, cuando celebramos el día de todos los Santos. Que cada cual, le ponga el nombre que más desee.
Redactado a petición de la Cofradía por: José Recio Malagón
DESCARGAR ESCRITO EN http://bit.ly/todoslosantos
Copyright © 2024