Nos encontramos ante la última festividad del año litúrgico con el que concluye el Tiempo Ordinario, aunque no por ser la última es menos importante. Será la última festividad, antes de que la Inmaculada Concepción nos abra el camino del Nacimiento del Salvador, a la que le sucederá el Miércoles de Ceniza para que tras la Cuaresma nos llegue la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.
Pero como hemos dicho, antes hay que celebrar el Reino eterno y universal para siempre y de todos los hombres, en el que nos gobierna Jesús como Cristo Rey, rey del Universo con su mensaje de amor, justicia y servicio a todos los hombres de su reino.
En esta festividad, los cristianos instauramos el reino de Cristo en nuestro hogares y corazones, viviendo una vida de caridad y autenticidad cristiana, llevando a Cristo a todos los que nos rodean mediante nuestras obras, esas que Jesús nos enseñó a realizar en nuestras vidas cotidianas como cristianos, dedicando nuestra vida a la extensión del Reino de Cristo en la Tierra.
Así mismo, como cofrades tenemos la obligación, aún más si cabe, de reconocer la solemnidad de Jesucristo como Rey del Universo a través de nuestras imágenes, aquéllas a las que rezamos y rendimos culto en nuestras iglesias. Porque el Rey de Reyes viene montado en una Burra, y al entrar en Jerusalén como Mesías, firmará su sentencia, aquella que le llevará al sacrificio de la salvación de los hombres.
Y esa Entrada montado en una Burra, la hará ante la expectación de su pueblo, que con las palmas benditas, proclaman a Jesús como Rey. Será allí, en el mismo Arco de Elvira, dónde una chiquillería entregada, esperarán al Rey de Reyes hacer su Entrada Triunfal en la ciudad, que cada Domingo de Ramos se convertirá en la nueva Jerusalén.
Será la misma Calle Elvira la que proclame la Realeza de Cristo sobre andas de madera y arpillera, donde unos pies racheados portarán su trono entre chicotás de adoquines y esparto. Los tambores y clarines anunciarán la llegada del Rey de Reyes, principio y fin de todo el Universo.
Qué puede haber más bonito, que ser anunciadores de la realeza de Cristo, aquella que gobierna los corazones de todos los hombres por las calles de Granada. En la Cofradía de la Borriquilla, debéis de estar orgullosos de representar al auténtico Rey de Reyes, aquél que sobre una Burra entró en el Bajo Albaycín, para proclamar su realeza sobre todas las cosas y todos los hombres. Un reino lleno de Justicia, Paz y Amor.
Por eso, disfrutad y celebrar esta festividad en comunión como hermanos, siempre unidos ante la adversidad, luchando y trabajando para hacer de este mundo, un mundo mejor para todos. Por eso, gritemos al unísono;
¡¡¡Viva Cristo Rey!!!.
Redacción por engargo de la Cofradía: Rául Sánchez Sánchez
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